Fundación SCP

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miércoles, 3 de octubre de 2018

Por un jodido Chupacabras



I.
Estaba adolorido, cansado y desorientado. Ignoraba en donde se encontraba y que iba hacer a continuación. Lo único que sabía era que lo había arruinado todo, ya que por primera vez en su vida se había dejado llevar por el pánico y huido durante una misión. Desconocía cuales iban a ser las consecuencias de este fracaso, aunque es poco probable que viviera lo suficiente para preocuparse al respecto. Se detuvo un momento a recuperar el aliento, presionándose el maltrecho brazo izquierdo tratando de calmar el dolor, pero los ruidos de combate y gritos cada vez más cercanos lo obligaron a retomar la marcha.


¿Cómo diablos se había involucrado en algo así?

II.

La noche anterior

Iba en la sexta (¿o séptima?) cerveza de la noche y no se sentía más alegre o ligeramente achispado. Estaba desde hace una hora bebiendo solo en un bar anónimo, en un pueblo a la mitad de la nada, tratando de celebrar los resultados obtenidos en la más reciente operación, pero se sentía cada vez más deprimido. Antes pensaba que el malestar post misión que lo afectaba se debía al bajón de adrenalina, o al cargo de conciencia frente a las acciones realizadas, pero desde hace tiempo que se había dejado de engañar a sí mismo al respecto.

Hans trabajaba para una compañía llamada A&Z. Formalmente y para fines de contabilidad se hacían llamar asesores de seguridad, pero para la mayoría de sus clientes, que iban desde empresarios hasta gobiernos, eran simplemente mercenarios. Sus miembros eran descolgados de distintos ejércitos del mundo, hombres capaces y bien entrenados que no habían podido encajar dentro de sus respectivas instituciones, y que en ese lugar conseguían una nueva oportunidad. Se encargaban principalmente de operaciones que aunque eran de importancia, por motivos legales, políticos, sociales o económicos las fuerzas regulares no podían ejecutar. Eran uno de esos grupos que oficialmente no existía, y al que a nadie le importaba lo que les sucediera.

La última operación había sido decepcionantemente sencilla. Contactados por la CIA, se les había asignado la misión de capturar a Adelaido Cortes, un capo del narcotráfico, reconocido como cabeza de uno de los principales carteles mexicanos, y que se encontraba visitando una de sus haciendas en la frontera con EE.UU. El tipo se había confiado en exceso, tanto en que ni la policía ni el ejército mexicano harían nada contra él, como en el poder de fuego con que lo custodiaban. Unos cuantos tipos armados con unos M16, y uno con una M134 que apenas sabía usar habían prestado una mínima resistencia frente al equipo de A&Z. Así, menos de 5 minutos después de iniciada la operación llevaban a Cortes en el suelo de la camioneta, atado y amordazado, listo para ser entregado a los americanos en el punto acordado.

Luego de entregar el paquete viajaron varias horas hacia el interior, llegando un par de horas después del amanecer a un pueblo en donde se alojaron. Acordaron que dentro de los siguientes dos días se dirigirían a la capital, en donde tomarían un vuelo de retorno a la sede central.

Hans salió de sus recuerdos al escuchar el ruido de un vaso al romperse y un tipo levantando la voz, cada vez más agitado:

– Te lo juro por la Lupita, no estoy mintiendo, lo que vi era un jodido chupacabras. Déjate de reírte por favor…

– Seguro que estás confundido, se me hace que era un jaguar o un jabalí salvaje lo que viste.

– Tú conociste a Paco, era un tipo grande, no lo hubiera matado un simple gato o un puerco, eso era otra cosa…

En momentos como ese Hans disfrutaba que desconocieran su fluida comprensión del español. Para la gente del lugar él era simplemente un gringo tomándose unas cervezas, frente al cual podían hablar con toda libertad.

– Si hubieras visto su aspecto no te reirías. Andaba en dos patas, era gris, tenía el cráneo como un burro y los ojos oscuros. Se movía muy rápido y saltaba…

– ¿Estás seguro que no viste un canguro? Se pudo arrancar de algún zoológico y andar brincando por ahí.

– El puto animal ese le arrancó un brazo a Paco, eso no lo haría un canguro – Dijo el hombre al borde de las lagrimas.

– Cállate Martínez por favor, que estás haciendo el loco – le dijo uno de sus compañeros, mirando a su alrededor antes de levantarlo de la mesa y obligarlo a salir del bar.

III.

Como siempre le ocurría al despertar en una cama ajena, Hans demoró unos instantes en recordar donde estaba y que hacía en ese lugar. Por la luz que entraba por la ventana debían ser las primeras horas de la mañana, resignándose a que no podía seguir ignorando el celular que sonaba insistentemente sobre el velador. Pensó que era Coetzee, el comandante de la última misión que lo llamaba debido a alguna eventualidad, o en una improbable llamada familiar, pero resultó ser su supervisor de A&Z, quien le informaba que había asignado para participar en una nueva operación, motivo por el cual debía presentarse en una hora más en el lobby del hotel, y que los detalles del trabajo le serían enviados por correo electrónico.

Cinco minutos antes de la hora acordada vio entrar en el lobby a un hombre bajo y delgado, de lentes y cabello negro, acompañado de un par de tipos altos vestidos con ropas oscuras, que tras buscar con la vista por unos instantes se dirigieron hacia donde estaba.

– ¿Sr. Hans Koch, supongo? Déjenme presentarme. Mi nombre es Bruno Schneider y soy investigador del Departamento de Zoología de la Universidad de Alburquerque. Lamentamos mucho tener que molestarlo tan temprano pero necesitamos de sus servicios, según su compañía usted es uno de los más calificados para este trabajo, y ciertamente tuvimos la fortuna de que se encontrara en México. Si lo desea antes de partir puede hablar con el Sr. Coetzee o llamar a A&Z para confirmar su participación en la operación, pero por favor que sea rápido, tenemos muy poco tiempo. En caso que no le hayan informado los detalles del trabajo, me gustaría explicárselos en el camino, lejos de oídos indiscretos – Dijo mirando a su alrededor.

IV.

El desierto nunca tenía más colores que en las primeras horas del día. Distintas tonalidades de ocre se difumaban, mientras las sombras de la noche iban retrocediendo bajo los nacientes rayos del sol. 

Era una belleza de la Hans había aprendido a disfrutar durante su estancia en Afganistán, ya que esos momentos era muchas veces los únicos de paz que tenía durante el día, y una confirmación de que había sobrevivido otra noche.

La voz de Schneider lo sacó de sus reflexiones, haciéndolo volver a la SUV en la que se desplazaban.

– Le decía que esperaba que haya dormido bien anoche, necesitamos que esté en plena forma para este trabajo. Ahora nos dirigimos a un aeródromo privado, donde estaremos llegando en unos 15 minutos, lugar del cual partiremos hacia nuestro destino. Ahora dígame ¿Qué opina de este trabajo?

La pregunta lo tomó de sorpresa, ya que rara vez sus clientes se preocupaban de detalles así. Quizás era un intento de confraternizar de parte de Schneider, lo que no hacía sino aumentar su suspicacia.

– Distinto. No recuerdo que nos contrataran antes para cazar a un animal salvaje.

– Capturar. Nuestro principal interés es conseguir al espécimen vivo, no lo olvide. Podríamos haber contratado a cazadores locales para este procedimiento, pero optamos por contratarlo los servicios de su compañía, no queremos que hayan errores o que el espécimen resulte dañado. Necesitábamos a un hombre disciplinado pero que a la vez supiera cazar, y ahí es donde usted entra en la ecuación, Sr. Koch. Tómelo como si estuviera cazando jabalíes en España como lo hace cada verano.

El viaje continuo en medio de un pesado silencio hasta que llegaron al aeródromo.

V.

Una de las cosas que siempre le llamaban la atención de México era su diversidad de sus paisajes, podías pasar de un árido desierto a una exuberante selva en cosa de unas pocas horas. Tras un vuelo de un par de horas habían llegado a la región conocida como el Istmo, en el estado de Oaxaca. Habían aterrizado junto a un campamento montado en un claro en medio del bosque montañoso, lugar en el cual una media docena de hombres se ocupaban de diversas labores. Apenas descendieron de la avioneta fueron guiados al interior de una tienda por un hombre alto y canoso de mediana edad, acompañándolos tres hombres con aspecto de militares.

– Bienvenido señor Koch, déjeme presentarme, me llamo Mauricio Madeira y soy el responsable de esta expedición. Es un agrado ver que el Dr. Schneider pudo contactar a alguien con sus capacidades tan rápidamente, la pista aun está fresca y no podemos arriesgarnos a perderla nuevamente. Como le habrán informado estamos aquí para la captura y recuperación de un espécimen animal de gran valor, déjeme darle algunos detalles de la operación. Se dividirán en seis equipos, cada uno de los cuales estará formado por un guía local y un operativo, y estarán provistos con armamento no letal para evitar dañar al espécimen. Permítame a usted, y a los operativos que no hayan tenido oportunidad de conocer al espécimen, mostrarles unas fotografías obtenidas mediante el sistema de cámaras trampa distribuida por la región, y darles una breve descripción de las características del organismo que se disponen a capturar.

“El Macropohyaquus es una especie única perteneciente al género del mismo nombre, y en apariencia lejanamente emparentada con el género Crocuta. Machos y hembras alcanzarían alrededor de dos metros de longitud y sobre 100 kg de peso. Tienen dieta carnívora, y son cazadores por emboscada al igual que los grandes felinos. Posiblemente presentan osteodermos en la piel, los que tendrían una función protectora. Han sido mencionadas desde hace siglos por el folclore local, por lo que en consecuencia no son extraños para los habitantes de la región, quienes hacen lo posible para evitarlos cuando deben adentrarse al bosque. La gente local los llama k’aasi kéeh y los considera entidades sobrenaturales…"

– Scheiße!

– ¿Perdón?

– ¿Qué clase de mierda es esta? ¿Mezclaron fotos de un canguro con un burro y le pusieron colmillos afilados para que se viera más feroz? Créame, he visto trabajos con Photoshop mucho mejores que este. Si es una broma, no es graciosa y tendrán que responder a mi compañía por el tiempo perdido.

Sonriendo con tristeza Madeira le respondió.

– No es el único que quisiera que ellos no fueran reales.

VI.

Llevaban más de una hora adentrándose en el bosque, y el calor en combinación con el cansancio hacían que el equipamiento se sintiera cada vez más pesado. A cada operativo y a cada guía se le había asignado una radio de onda corta, un bastón de electrochoque, un cuchillo de caza y para la protección personal, una armadura de combate IOTV. Mientras Hans portaba una escopeta más una docena de proyectiles TASER XREP, Luis, su guía, acarreaba un cañón lanza redes. La calidad del equipamiento recibido le llevó a confirmar que no estaba trabajando para una simple universidad, o al menos, no sólo para ellos. Sus auténticos clientes debían ser el Departamento de Defensa de EE.UU. o el DARPA, aunque su duda era porque no habían contactado directamente con A&Z, si en el pasado ya les habían prestado servicios. Hans y su guía continuaron avanzando por el bosque, en medio de un silencio sólo perturbado por el canto de las aves, estando cada vez más cerca de la zona donde se encontraban las cámaras trampa.

Se encontraban en la orilla de la especie de rastrillo formado por los seis equipos que avanzaban batiendo la zona, por lo que al principio no notaron el silencio que los rodeaba, ni cómo las radios habían enmudecido. La tensa concentración fue rota por un ruido de cristales rotos, que los obligo a mirar al suelo, descubriendo a sus pies una de las cámara que había sido arrancada desde su ubicación y destrozada.

– Los k’aasi kéeh son muy hábiles – fue lo único que atinó a decir su guía.

Hans quiso contactar a los otros equipos para comunicarles su hallazgo, pero antes que pudiera hacerlo dos Macropohyaquus salieron corriendo desde la espesura, ante lo cual Luis gritó y pidiendo compasión a la Virgen soltó el lanza redes y huyó por donde habían llegado, para ser atacado por un tercer Macropohyaquusque lo derribó y mordió en el cuello. Hans disparó el primer XREP, haciendo caer al Macropohyaquus más cercano pero el segundo proyectil rebotó contra la piel del otro Macropohyaquus, y antes que pudiera recargar la escopeta esta le fue arrancada de un zarpazo, hiriéndolo en el brazo. La escena parecía una pesadilla, le recordaba a las películas Jurassic Park o Depredador, él estaba acostumbrado al combate y a la cacería, pero esto iba más allá de lo que podía enfrentar. Estaba tumbado en el suelo con una bestia de aspecto primordial encima de él y con la certeza de que iba a morir a mordiscos, cuando un crepitar de la radio tirada cerca distrajo a la bestia por un instante, que fue aprovechado por Hans para sacar su cuchillo de caza y apuñalarla en el pecho. – Estas bestias cazan en manada – Fue su único pensamiento antes de ponerse de pie y salir corriendo hacia la espesura.

Mientras huía no podía dejar de pensar en lo absurdo de la situación que estaba viviendo, en como si se la hubieran contado le hubiera parecido un cuento chino, o una de esas historias que publicaban en las revistas sensacionalistas o en ciertos sitios de internet. En medio del dolor no podía dejar de pensar que iba a morir a causa de un cliché, y que su final parecería narrado por un escritor de mala muerte. Había combatido a guerrillas sudamericanas, a guardias de narcos, a jihadistas e incluso a personal de seguridad de otras compañías, y siempre había sobrevivido. 

Pensaba también con arrepentimiento en la escopeta que había dejado tirada durante su huida.

VII.

Su carrera terminó tan abruptamente como había comenzado, al tropezar con una raíz y caer a los pies de un Macropohyaquus, que lo quedó mirando con curiosidad. Rodó sobre sí mismo para alejarse de la bestia, antes de ponerse de pie y empuñar el arma que le quedaba, el bastón de electrochoque. Su temor se había convertido en rabia y en ansias de luchar. Tomó la decisión de que aunque muriera su rival debería pagar un precio muy alto, momentos antes de gritar desafiante y abalanzarse en contra de la bestia.

VIII.

Tres minutos. Ese había sido todo el tiempo que había logrado soportar en ese duelo primigenio. Como representante de los hombres sentía que había fallado, no sólo a si mismo sino que a toda la humanidad. Sabía luchar, estaba bien entrenado y era ingenioso, pero esas cosas eran más fuertes que él. Había logrado encajarle la punta del bastón al interior de las fauces de la bestia, y darle una descarga eléctrica, achicharrándole la lengua y probablemente el cerebro, perdiendo el bastón en el proceso. Pero esas cosas siempre cazaban de a tres, por lo que a sus flancos aparecieron otros dos Macropohyaquus, que dando chirridos de excitación lo derribaron. Logró defenderse y herir a uno con el cuchillo, pero pronto destrozaron su traje IOTV a zarpazos. Como pudo se escabulló de debajo de las bestias, malherido y respirando con dificultad, apoyándose en un árbol cercano y tratando de recuperar el aliento. Las bestias pronto perdieron su interés en los restos del IOTV y se fijaron en donde estaba.

En su derrota y sonriendo con amargura, se dijo a si mismo que a pesar de todo no había vencido a una sino a tres de esas cosas. La bestia más cercana saltó sobre él, y cuando estaba a punto de morderlo en el cuello fue golpeada por una fuerza invisible, tras lo que salió proyectada a un par de metros de distancia y se estrelló en contra de un árbol. La segunda bestia fue envuelta por una red que pareció electrocutarla, incapacitándola en forma instantánea. Escuchó voces y alcanzó a ver a varias personas acercándose antes de perder la conciencia.

IX.

Unos días más tarde…

Tras varios días de reposo Hans se sentía mejor mucho mejor. La mayor parte de las contusiones y cortes estaban sanando bien, y ya se las arreglaba con el brazo escayolado. Su cuerpo estaba curándose en forma satisfactoria pero no así su mente. Pensaba que todo lo que había vivido hace unos días era una pesadilla, una mala jugada de su estresada mente, pero las heridas que cubrían su cuerpo desmentían esa idea. Quería abandonar el lugar donde estaba, pero el personal de guardia se lo negaba en forma cortes pero firme. El personal médico que lo atendía, sin dejar de ser amables, se negaban a responderle más que las preguntas rutinarias. Los días pasaban en medio del tedio y de una soledad sólo interrumpida por las visitas del personal médico. Sabía que estaba secuestrado y que no ganaría mucho con resistirse, y que aun no estaba en condiciones para tratar de huir, por lo que se limitaba a esperar. No comprendía la actitud de sus clientes, deberían saber que independiente de lo que hubiera sucedido en ese bosque de Oaxaca, él nunca iba a hablar. No comprendía tampoco porque no se habían limitado simplemente a eliminarlo, si tanto les preocupaba mantener el asunto en secreto. Pasaba los días planificando que iba a hacer una vez que estuviera en libertad. Quería llamar a A&Z y pedirles unos días de licencia para recuperarse de todo esto. Quizás buscaría trabajo en otra compañia. También pensaba viajar a Essen a visitar a sus padres, hace 5 años que no los veía y apenas mantenía contacto con ellos, tras la pelea y alejamiento que habían tenido al descubrirse lo que era y la vida secreta que llevaba.

Escucho voces fuera de la habitación y como abrían la puerta. Ante él se encontró a Mauricio Madeira, acompañado de un guardia y de un enfermero. Madeira acercó una silla a la cama y se sentó, quedando a la altura de Hans.

– En primer lugar debo pedirle disculpas, tanto por el periodo de aislamiento forzado que ha debido sufrir como por las complicaciones que surgieron durante la operación. Estamos muy agradecidos por sus servicios, logramos recuperar dos ejemplares vivos de SCP-ES-203 así como dos cadáveres, que nos servirán de material de estudio.

– ¿SCP-ES-203?

– Macropohyaquus o k’aasi kéeh, o como usted los llamaba en sus delirios, chupacabras.

– ¿Quién demonios son ustedes? No son de la Universidad de Alburquerque ¿Son del ejército estadounidense? ¿Del DARPA? ¿De alguna agencia europea? ¿Para qué querían cazar a esas cosas? Creo merecer algunas respuestas. Además ¿Por qué me han mantenido retenido tantos días? Bien saben que por el contrato de la compañía, vea lo que vea o haga lo que haga nunca diré nada. Fue extraño, al grado que aun dudo si realmente ocurrió, pero no por eso voy a estarlo divulgando.
Tras escucharlo la expresión de Madeira se endureció. Sonriendo sardónicamente le dijo:

– Hans Koch, antiguo miembro del cuarto pelotón del Kommando Spezialkräfte del ejército alemán, en donde alcanzó el rango de Hauptfeldwebel. Entrenamiento en Belice, participación en misiones en África y Medio Oriente, dado de baja en forma deshonrosa por insubordinación, es miembro de la compañía de seguridad A&Z desde hace cinco años. Separado, sin hijos, mantiene escasos vínculos familiares. Posee un manejo fluido del inglés y del español, además del alemán que es su lengua madre… Hans, Hans ¿Cuándo será el día que deje de preguntar cosas que no debe? Es un hombre valioso, inteligente y bien entrenado, que terminó perdiendo una carrera prometedora y trabajando para una compañía como A&Z, y todo por preguntar lo que no debía. El KSK debió lamentar su partida, pero simplemente no lo consideró un hombre confiable, aunque yo opino lo contrario. Es verdad que en cierta forma nos falló, en primer lugar y contra todas las instrucciones recibidas mató a dos ejemplares de SCP-ES-203, huyendo además del lugar en donde ocurrió el ataque, pero a la vez tuvo éxito en donde los demás fallaron, y a pesar que su primera respuesta fue el miedo, se sobrepuso y decidió luchar. Mostró cojones y eso nos sirve. Por todo esto quiero ofrecerle la oportunidad de trabajar con nosotros, aunque le advierto que lo que enfrentó en ese bosque no es nada en comparación a las pesadillas que enfrentamos día a día, y que es muy posible que la próxima vez no corra con tanta suerte. Como entenderá, la discreción es en extremo importante para nosotros, por lo que en caso que no acepte simplemente olvidará todo lo ocurrido. Se encontrará en su hogar en Alemania, restableciéndose de las consecuencias de un accidente automovilístico sufrido durante su último trabajo. Piénselo bien, y responda con honestidad. Aunque a veces nuestros métodos son algo cuestionables le puedo asegurar que no somos matones, no habrá represalias ni volveremos a tomar contacto con usted, simplemente seguirá su vida con normalidad.

Hans no podía dejar pasar por alto lo que había ocurrido ese día. Había sido una locura, el miedo lo había cegado,y había llegado a pensar que iba a morir. Pero a la vez se había sentido vivo, había sentido una emoción que ni el combate ni la cacería, ni siquiera sus aventuras ilícitas le hacían sentir desde hace mucho tiempo. Comprendía que se estaba metiendo en algo peligroso, y que muy posiblemente le costaría la vida, pero no pudo sino decir que aceptaba.

Sonriendo Madeira estiró el brazo, y dándole un firme apretón de mano le dijo:

– Bienvenido a la Fundación SCP.


Autor original Jakuwoski